Enfermedad de Ménière

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  • La enfermedad de Ménière es una enfermedad crónica del oído interno que provoca vértigo, pérdida de audición y tinnitus.
  • Su incidencia es de 1 caso por cada 1000 habitantes, y afecta a todas las razas y sexos. El pico de incidencia se produce a la edad de 40-60 años.
  • Afecta más a personas de clase social media y alta. (Tran BA Huy EMC), (MÉNIÈRE P., <Mémoire sur des lésions de l’oreille interne donnant lieu à des symptômes de congestion cérébrale apoplectiforme> Gaz Med., Paris, 16, p.597-601, 1861).

Síntomas

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  • Los vértigos se presentan en crisis, y a veces van precedidos de signos que el paciente aprende a reconocer: acúfenos, hipoacusia o plenitud del oído.
  • La hipoacusia y la fluctuación de la audición son muy características de la enfermedad. La pérdida de audición se acompaña de una intolerancia al ruido.
  • Los acúfenos tienen tonalidades e intensidades variables.
  • Al igual que la audición, el tinnitus puede empeorar con los ataques. El tinnitus nos hace saber que se avecina una crisis y nos permite reconocer el oído enfermo.
  • La mayoría de los pacientes refieren una sensación de plenitud del oído afectado, característica de la enfermedad de Ménière. (MONTANDON P. en O.R.L. 1996. p.174-177).

Evolución:

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  • La evolución de la enfermedad de Ménière es variable e imprevisible.
  • Durante la fase activa, las crisis de vértigo se producen con una frecuencia variable (algunas crisis por año, hasta varias crisis por semana) durante varios años.
  • Los períodos sin crisis (remisión) ocurren espontáneamente y pueden durar muchos años.

Tratamiento:

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  • No existe ningún tratamiento que cure definitivamente la enfermedad de Ménière, pero hay tratamientos que siempre pueden controlar las crisis de vértigo.
  • Se utilizan antieméticos, fármacos que reducen la sensibilidad del sistema vestibular (vestibuloplegicos, histaminérgicos, anticalcáreos) y generalmente responden bien (TRAN BA HUY P., MEYRAND M., J. Fr. Otorhinolaryngol. 41, Supple. 3,1992.
  • Fármacos para reducir la intensidad de los acúfenos, que ayudan a reducir la presión en el interior del oído interno, como los diuréticos, la reeducación vestibular.
  • Si el vértigo persiste a pesar de estos tratamientos conservadores, puede administrarse una inyección intratimpánica de gentamicina, que es un vestibulotóxico, para eliminar las crisis de vértigo. Esto debe hacerse sólo si la audición también está gravemente afectada. La inyección de gentamicina suele ser también tóxica para el nervio auditivo.
  • Esta inyección de gentamicina ha sustituido a las principales cirugías realizadas por los otólogos en los años 80, como la descompresión del saco endolinfático (PORTMANN G. , Presse Med., 34. p.1635-1637, 1926.), la cocleosaculotomía (Schuknecht H. Cochleosacculotomy for Ménière’s disease : technique and results> Laryngoscope, 92, p.853-858, 1982.), la laberintectomía quirúrgica que destruye las estructuras sensoriales vestibulares, o la neurectomía vestibular que secciona el nervio vestibular.
    Tubos de ventilación en la enfermedad de Ménière:
  • En la enfermedad de Ménière, aquellos pacientes que presentan crisis vertiginosas incapacitantes, y que son resistentes a todo tratamiento farmacológico, colocamos un tubo de ventilación bajo anestesia local en la consulta.
  • El aparente beneficio de los tubos de ventilación en la reducción de las convulsiones vertiginosas sugiere que el paciente con hidropesía endolinfática es más sensible a los cambios en la presión del oído medio. (Montandon P, Guillemin P, Hausler R. Prevention of vertigo in Meniere’s syndrome by means of transtympanic ventilation tubes. ENT J Otorhinolaryngol Relat Spec. 1988;50(6):377-81). Y a una liberación de la presión del oído medio, con una mejora de la oxigenación (S. Kimura y J. Hutta. Inhibición de la hidropesía endolinfática inducida experimentalmente por la ventilación del oído medio Journal European Archives of Oto-Rhino-Laryngology. 1996)

El Dr. Castrillon afirma que la tasa de remisión de las crisis de vértigo con tubos de ventilación llega al 80%.

El paciente se reintegra a sus actividades laborales y mejora su calidad de vida.

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