La mayoría de las veces, las infecciones de oído desaparecen en pocos días con los tratamientos adecuados. Pero hay situaciones en las que una simple infección de oído se convierte en una afección crónica. Infección crónica de oído: ¿Qué es? Cuando una infección de oído no se cura, se conoce como una infección crónica del oído. Además, las infecciones de oído recurrentes pueden ser similares a las infecciones crónicas. El área detrás del tímpano es donde se localiza la infección. Una pequeña parte conocida como trompa de Eustaquio ayuda a drenar el líquido del oído medio. Si esta trompa está taponada u obstruida, se crean las condiciones para que se desarrolle una infección. Una trompa de Eustaquio obstruida provoca sensación de dolor, sobre todo si la infección no se trata o progresa rápidamente. En las infecciones de oído graves, existe el riesgo de rotura del tímpano. En el caso de una afección crónica, es posible que sienta un dolor leve o moderado que nunca parece desaparecer. Cada paciente es único, pero el indicador clave de una infección de oído crónica es que los síntomas son duraderos y se prolongan más allá de una semana o 10 días. Síntomas de una infección crónica de oído Con una infección aguda del oído, el dolor suele comenzar de repente y es muy intenso. Este dolor intenso es una motivación para acudir al médico inmediatamente para recibir tratamiento. Por otro lado, las infecciones crónicas de oído suelen presentar síntomas más leves que las infecciones agudas. Por ejemplo, puedes notar que los síntomas son constantes pero de poca intensidad. O algunas personas experimentan infecciones crónicas del oído con síntomas que aparecen y desaparecen. Los signos más comunes de las infecciones crónicas de oído son los siguientes Es posible que tengas uno o varios de estos síntomas. Además, presta atención a la duración de los síntomas. Si los síntomas persisten durante semanas o meses, es señal de que podrías necesitar tratamiento para una enfermedad crónica. Cuándo consultar a un otorrinolaringólogo para las infecciones crónicas de oído Con una infección aguda de oído, es fácil saber que es necesaria una visita al médico porque el dolor y los síntomas son muy graves. Pero puede ser más difícil saber cuándo buscar tratamiento para una infección crónica. Una cosa importante que hay que entender: El tratamiento precoz y eficaz de una infección de oído aguda es una buena forma de prevenir la probabilidad de una infección de oído crónica. ¿Cómo se tratan las infecciones crónicas de oído? Para una infección aguda, la recomendación más habitual es utilizar antibióticos. Estos medicamentos pueden acabar con la infección de forma rápida y eficaz. Por otro lado, no es buena idea tomar antibióticos repetidamente para una afección crónica. En su lugar, es necesario trabajar con un otorrinolaringólogo para identificar la causa y elaborar un plan de tratamiento que elimine la infección para siempre. Tratamientos para las infecciones crónicas de oído El Otorrinolaringólogo comenzará con un proceso de diagnóstico a fondo para ayudarte a identificar la causa raíz de los síntomas. Es importante entender por qué estás experimentando dolor y buscar las condiciones subyacentes que contribuyen a los problemas recurrentes. El otorrinolaringólogo puede recomendar uno o varios tratamientos: Medicamentos: Los medicamentos recetados pueden ayudar a eliminar la infección. Estos medicamentos pueden ser píldoras orales. O bien, puede utilizar gotas para los oídos que contienen antibióticos. Cirugía: A veces, la cirugía es necesaria para las infecciones crónicas del oído. Este tratamiento intensivo sólo se recomienda si los síntomas no responden a otros tratamientos mínimamente invasivos. ¿Es hora de tratar tu infección crónica del oído? Acude al Dr. Rodrigo Castrillón Solicita tu cita en el Centro Médico Picasso por WhatsApp,página web o teléfono. Fuente: RALEIGH CAPIT
Cómo se tratan las infecciones crónicas de oído
El dolor por infección de oído no sólo es incómodo, sino que puede ser un problema que te limite en tus actividades cotidianas. Concentrarse o participar en actividades físicas es difícil cuando se tiene dolor.